PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN |
La doble finalidad de la pedagogía es instruir y educar. Muchas veces se prioriza la primera, es decir, la mera entrega de información o transmisión de conocimientos. Sin embargo, la función educativa o formadora de personas capaces de desarrollar todas sus potencialidades y transformar su medio debe ser prioritaria para la educación; especialmente por los retos que las personas deben enfrentar en el contexto de vida actual, el cual se caracteriza por grandes, rápidas y permanentes transformaciones.
Bajo este marco, el bienestar como estrategia que fortalece el aprendizaje y la formación integral cobra significado cuando se considera el aprendizaje como un proceso que tiene lugar en contextos particulares y a través de actividades específicas, que no son neutrales respecto de los resultados que se obtengan (Rinaudo y Donolo, 2000). En este sentido, pareciera que la actividad intelectual se comprende mejor cuando se la ubica en un sistema de la persona más el entorno (Perkins, 1996), en otras palabras, del sujeto en interacción con el ambiente; por lo cual es importante crear contextos adecuados para que ello suceda; es decir, entornos que los estudiantes perciban como ricos en conocimientos, variados en recursos, permisivos y amigables.
Lo anterior tiene aún mayor relevancia en el ámbito del aprendizaje de los adultos, propio de la educación en la metodología virtual y Blended. Las edades generacionales, reconocidas por todos, del trayecto evolutivo del ser humano: infancia, juventud, adultez y ancianidad; históricamente han sido sujetas a la reflexión e intervención pedagógica. Estas edades son los tiempos de la vida que bajo el enfoque de la teoría pedagógica de la educación permanente o del aprendizaje a lo largo de la vida indican y marcan los tiempos de la formación humana (Frabboni y Pinto, 2006, 301). Concretamente en el debate pedagógico entorno a las prácticas educativas en la edad adulta, se ha intentado esclarecer, incluso lingüísticamente, una teoría pedagógica que tiene por campo de reflexión y acción los procesos educativos propios de los adultos: la andragogía.
Malcom Knowles, en su texto “The Modern Practice of Adult Education: Andralogy versus Pedagogy”, señala que el término de andragogía aparece en 1833, cuando el maestro alemán de educación básica Alexander Kapp lo utiliza para referirse a la interacción didáctica que se establece entre él y sus estudiantes en edad adulta en las escuelas nocturnas (Natale, 2003, p.83). No obstante, es hasta 1957, cuando F. Poggeler publica en Alemania, su trabajo “Introduction into Andragogy: Basic Issues in Adult Education” que el término de andragogía, tiene en Europa una amplia difusión y utilización en el campo de la educación de adultos ligada a la formación profesional. Luego, hacia finales de la década de los años sesenta, en Estados Unidos, Malcom Knowles trata de fundamentar una teoría andragógica de reflexión educativa referida a la enseñanza y el aprendizaje exclusivamente de las personas adultas.
Por su parte Adam (s.f) y Ludojoski (1986), impulsan en Latinoamérica la reflexión y la práctica educativa desde la andragogía, a la cual le adjudicarán la responsabilidad de conocer y analizar la realidad de los adultos para determinar los procedimientos más convenientes para orientar sus procesos de aprendizaje. Esta activación y auge de la andragogía en la década de los años setenta, obedece a que la UNESCO precisa de una manera clara e internacional la teoría de “Educación a lo largo de la vida”, reconociendo por primera vez, la necesidad de ocuparse de la educación de adultos (OCDE, 2005).
En el campo de la teoría, de la práctica y de la política educativa, poco a poco se ha adquirido mayor conciencia respecto a la necesidad de dar un enfoque holístico a la educación de adultos. En este sentido Adam (s/f) señala que su propuesta, es simple y básica: si el estudiante universitario es adulto, entonces hay que recurrir a la andragogía, para localizar en ella la fundamentación teórica que posibilite construir propuestas curriculares y estrategias metodológicas coherentes con los aspectos psicológicos y socioculturales que caracterizan a la edad adulta.
De acuerdo con lo anterior, también el en diseño de estrategias de bienestar universitario estudiantil es necesario considerar el perfil del estudiante que como ya se ha planteado, en la metodología virtual y Blended, es un adulto.
Por otra parte, es necesario abordar el concepto de bienestar, en el que se combinan características de dos tipos diferentes: por un lado, aquellas que aluden a circunstancias exteriores de la persona: su posesión o acceso a ciertos bienes materiales o externos, por ejemplo, su riqueza, su poder, las comodidades con las que cuenta, el tiempo libre del que dispone, su acceso a servicios de salud y de educación; y por otro, características que se refieren la posesión de ciertos estados internos de la persona o estados de ánimo considerados como valiosos, como por ejemplo, el placer, la felicidad, el contento, el sentimiento de dignidad, la esperanza y, en general, todo aquello que resulta de la realización de deseos, anhelos y planes de vida personales (Valdez, s.f).
Aristóteles señala por su parte que, para atribuir bienestar a una persona es necesario tener en cuenta qué hace y cómo lo hace, esto es, hay que fijarse en cómo actúa o cómo funciona. La felicidad consiste en un modo de actividad: la actividad racionalmente dirigida. «La felicidad -afirma Aristóteles- es una actividad del alma conforme a la virtud». (EN, 1102 a, 5-6). En este sentido, puede apreciarse que las virtudes para Aristóteles no son meras disposiciones que pudieran nunca manifestarse, son hábitos de operación, son formas efectivas de comportamiento, son maneras de funcionar.
Ya en el contexto de la educación superior, vale la pena señalar que la actividad de bienestar universitario, ha tenido diferentes formas de conceptualización y de operacionalización, en la medida en que las instituciones educativas se han preocupado por la búsqueda de su propia identidad, por la coherencia entre el discurso pedagógico y las prácticas académicas y por la redefinición de su misión frente al presente y al futuro del desarrollo del país, dentro de los nuevos escenarios de la sociedad contemporánea (Martínez, 200). En este contexto, es importante la actitud y firme voluntad de cada uno de los miembros que integran la comunidad universitaria para buscar y mantener su propio “bienestar”.
Así, de manera general puede señalarse que el bienestar universitario apunta al desarrollo humano de cada uno de los miembros de la comunidad y al mejoramiento de la calidad de vida de cada persona y del grupo institucional como un todo. Sin embargo, en la búsqueda de la calidad de vida estudiantil no solo se demandan planes, programas de estudio y practicas pedagógicas, donde se expresan principios, valores solidarios y democráticos y se aplican metodologías de estudio participativas y estilos educativos personalizados, si no que todo el rodaje de una institucionalidad sea capaz de ofrecer y permitir formas de relación donde los estudiantes se sientan participando en todas las esferas académicas (MEN, 1992); lo que implica el conocimiento profundo del perfil de sus miembros y para el caso que nos ocupa, de los estudiantes que se han vinculado a los programas que las universidades ofrecen en metodología virtual.
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REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA |
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