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DATOS DEL INVESTIGADOR PRINCIPAL
Nombre Germán Andrés Cortés Millán
Nombre del perfíl Disciplinar - Grupos de investigación
Grupo de investigación Psicología, Educación y Cultura
Línea de investigación Educación, Didáctica Y Pedagogía
Equipo del proyecto
Germán Andrés CortésInvestigador
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TÍTULO DEL PROYECTO FORMACIÓN DE CIUDADANÍA EN DIFERENTES ESCENARIOS SOCIALES URBANOS
PALABRAS CLAVE Ciudadanía, Organizaciones sociales, acciones colectivas
OBJETIVOS DEL PROYECTO Comprender las prácticas y discursos en torno a la ciudadanía, que operan y se desarrollan en diversos contextos juveniles de la ciudad de Bogotá.
PERTINENCIA ESPISTEMOLÓGICA DEL PROYECTO La problemática señalada hace parte del interés contemporáneo de las ciencias sociales y humanas en general y corresponde en principio a la tensión existente entre las formas cotidianas de relación social y el modelo de mercado. Dicho asunto compromete distintos sectores de la población colombiana, generando entre otras conflictos de distintas tipologías, los cuales parecen servir de pretexto para la emergencia de distintas formas de ciudadanías activas.
La perspectiva epistemológica que soporta dicho ejercicio se circunscribe en la dimensión crítico emergente, con la que no solo se establece una lectura compleja del fenómeno, sino que además se sugieren apuestas alternativas para su desarrollo.
RELEVANCIA DEL PROYECTO PARA LA INSTITUCIÓN Y PARA LOS BENEFICIARIOS DEL PROYECTO La relevancia del proyecto de sitúa en los siguientes elementos:
• El proyecto hace parte de una iniciativa interinstitucional
• El proyecto permite situar a la Universidad como escenario para la construcción de ciudadanías emergentes
• El proyecto visibilizará apuestas alternativas respecto a ciudadanías activas en la ciudad de Bogotá.
PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN Precariedad en comprensión sobre diferentes concepciones de ciudadanía.
-Ausencia de una reflexión sobre la relación entre Universidades y ciudadana.
-Débil promoción para la comprensión y participación en la esfera pública.
-Carencia de una cultura política participativa para la construcción de lo público a nivel urbano.
-Desfase entre la formulación de políticas públicas y las dinámicas espontáneas de desarrollo territorial, que genera desequilibrios entre procesos productivos, sociales y ambientales.
-Tensiones vinculadas con una precaria inclusión social de sectores que históricamente se han constituido como parte del denominado sector informal en la economía.
¿Cuáles son las prácticas y discursos en torno a la ciudadanía, que operan y se desarrollan en diversos contextos juveniles de la ciudad de Bogotá?
METODOLOGÍA La metodología del proyecto se instala en el campo de la investigación cualitativa de tipo descriptiva e interpretativa e incorpora estrategias metodológicas propias de campo, haciendo del sujeto activo, interlocutor y propositivo. Para el proyecto se establecen las siguientes estrategias:
Proceso documental: Levantamiento del estado del arte sobre ciudadanía y organizaciones juveniles (Demarcación de categorías preliminares)
Entrevistas en profundidad (Se desarrollan 3 entrevistas en profundidad con 3 jóvenes pertenecientes a distintos escenarios juveniles locales.
Cartografías sociales: (Se desarrollan tres cartografías en los tres grupos seleccionados)
Análisis de discurso: Estrategia transversal utilizada para la comprensión y análisis de la información recogida.

RESULTADOS ESPERADOS Publicaión artículo revista indexada (Diversitas Universidad Santo Tomás)
Desarrollo de foro sobre nuevas ciudadanías (Especialización en Psicología Social)
DURACIÓN DEL PROYECTO 10
POSIBLES FUENTES DE FINANCIACIÓN EXTERNA Universidad Piloto de Colombia
REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA Vale en principio considerar que estas nuevas disposiciones políticas y culturales que se construyen en territorialidades dinámicas y por circunstancias múltiples, tienen un origen particular, claramente situado en tiempos y espacios característicos. Es decir que toda reflexión respecto a formas alternativas, requiere un primer abordaje situacional multidimensional que posibilite la comprensión de lo que emerge y se resiste, ya que en sí misma la emergencia aparece como respuesta a las formulaciones dispuestas por estructuras de distinto orden. La emergencia ha sido tema de discusión y desarrollo en distintos escenarios, siendo en principio la física y sus tesis autoorganizativas de Von Foerster y Bertalanffy, la química y sus formulaciones del caos de Prigogine, las que dan curso a nuevas formas de comprensión de la realidad. Sin embargo son las ciencias sociales y humanas, las que con sus desarrollos, quizás han dispuesto mayor interés teórica y epistemológicamente para dicho proceso, logrando que la discusión hoy bien puede considerarse definitiva y necesaria para la incorporación de las ciencias en realidades inciertas, caóticas y cambiantes.
Dentro de esta misma línea de análisis complejo de las realidades, aparece la necesidad de repensar las teorías mismas, justamente porque desde la tradición hegemónica se pretendió encapsular la realidad en postulados y tesis terminadas, por medio de lógicas objetivables y unidimensionales, generalmente promovidas por círculos eruditos apropiados de discursos ajenos y enmarcados en positivismos encubiertos que conciben la causalidad lineal, como la única manera de conocer el fenómeno, fragmentando y limitando así las miradas de la realidades social (Wallerstein, 2006). Es así que cabe la consideración de si es ciencia, en el sentido estricto del concepto, lo que se sugiere replantear; esto significa reconstituir su sentido mismo, haciéndolo parte del escenario cambiante en donde los sujetos y sus relaciones, se presentan igualmente cambiantes. La tradición científica entonces, junto con sus categorías, sus códigos y su método único, quedaría hoy entre dicho, debido a que los procesos, fenómenos o problemáticas, parecen superar sus formas y su intencionalidad.
Es interesante incluso, rescatar las reflexiones realizadas desde la literatura y las artes, las cuales parece, también han sentido los rigores del establecimiento uniforme, en donde se identifican acuerdos estéticos y escriturales, casi dogmáticos, los cuales se instalan desde lógicas de poder que preservan únicos estilos para la representación de la realidad. En este sentido particular se pueden situar las perspectivas que dan cuenta de la estética de la emergencia, en la que se desarrollan reflexiones sobre el arte y sus tensiones históricas. Dichas perspectivas hacen alusión a como la tradición social y política define regímenes incluso para las artes, estableciendo un vínculo estrecho entre las formas de producción y los modos de conceptualización, es decir que es precisamente, a partir de un marco general, establecido e institucional, en donde cobran sentido las operaciones particulares, las prácticas y las expresiones que se disponen desde lo artístico, pero que al mismo tiempo se suman al escenario político y social.
Es entonces este panorama estructural, estético si se quiere, el que posibilita la emergencia de nuevas formas de concebir las prácticas artísticas y cotidianas de los sujetos y porque no de sus organizaciones, las cuales parecen también soportar la firme directividad de la convención y de la normatividad unidimensionalidad. Estas nuevas subjetividades políticas, individuales y colectivas, fundamentan su producción, precisamente en la tensión con la institucionalidad de los regímenes, convirtiéndose incluso, para el caso de las organizaciones alternativas, en escenarios de asociación no institucional o desorganizaciones no tradicionales, que con su actividad, sus formas creativas, y con acción colectiva, sitúan no solo maneras de vida propia, sino nuevos discursos de ciudadanía activa y con referente colectivo, asuntos que resultan indispensables para comprensión del mundo sociopolítico actual (Ladaga, 2006).
Cabe señalar que la discusión es claramente compleja, más si de lo que se trata es de profundizar el análisis de las alternatividades construidas en el nuevo mundo político, donde tiene cabida prioritariamente la emergencia de nuevas subjetividades políticas y por ende de nuevas categorías y de nuevos procesos, que tal y como se establece anteriormente en el documento, reproducen formas colectivas de reivindicación y promoción de nuevos discursos. La categoría que abre quizás el debate, por lo determinante, pero al mismo por lo inconclusa, es precisamente la de ciudadanía, ya que en esta se instalan componentes de la tradición, como aquellos que denominaré formas emergentes alternativas. Con esto quiero plantear, que si bien, el debate sobre las ciudadanías resulta expresamente abarcador e incluso hasta inacabado, iniciaré contemplando algunos de los que considero, son los más indicados referentes para el propósito del estudio.
En principio vale reportar que son más las versiones que instalan la categoría ciudadanía con el establecimiento propiamente estatal e incluso con las formas tradicionales de concebir la esfera societal y sus distintas tipologías de desarrollo político. Lo que resulta interesante es reconocer como no solo en la literatura, sino también en distintos escenarios cotidianos, si se quiere, empiezan a encontrarse discusiones y acciones respecto a la tensión del concepto y a la abierta necesidad de su redefinición. En este sentido cabe resaltar como los ciudadanos encarnan directamente esa escisión e incluso esa paradoja con la política, ya que por un lado se establecen apegos y vinculaciones con las formalidades de la democracia, para el caso que nos concierne, y por otro, aparecen las insatisfacciones propias respecto a un sistema político que no representa los intereses, ni satisface las necesidades de las poblaciones. Esta relación produce tensiones naturales, principalmente para una capa de pobladores ajena al poder y desprovista de oportunidades para el ejercicio mismo de la ciudadanía (González, 2003).
Existe una concepción que jurídicamente definió la ciudadanía sobre la base de un contrato social, que incorpora una serie de derechos civiles modernos, como la propiedad, la libertad de expresión, la libre asociación, la libertad de culto, entre otros. De este modo, y según las posturas clásicas, griegas más específicamente, se denominan ciudadanos a aquellos pobladores que gozan de las ventajas proporcionadas por la ciudad en virtud del derecho civil, es decir que el ciudadano se encuentra involucrado e identificado plenamente con los asuntos públicos; sin embargo y como consecuencia de los avatares contemporáneos demarcados por la esfera globalizante, el ciudadano resigna parte de su soberanía a cambio de garantías de convivencia social, que con el patrón de acumulación global, los estados nacionales, difícilmente se encuentran en condiciones de garantizar.
Es indispensable en este ejercicio de decantación teórica, expresar como dicha tensión hace parte del debate respecto a lo público, entendiendo éste, como el escenario donde los ciudadanos discuten y deciden sus asuntos de interés colectivo. Algunos referentes que avalan esta tesis, son las experiencias griegas, y las alemanas y francesas del siglo XVIII, en las que se establecieron culturas democráticas centradas en la crítica racional, con reglas y rituales que limitaban el debate sobre el interés común. Es hasta mediados del siglo XX, que vastos grupos de sectores, generalmente excluidos de la esférica pública tradicionalmente burguesa, comenzaron a incorporarse sistemáticamente a las deliberaciones sobre lo público, siempre y cuando se acercaran a la cultura letrada, como fueron algunos partidos de izquierda que representaban población excluida, a partir de la instalación de formas europeocéntricas de visibilización, como fueron los libros, los magazines y los panfletos, que posteriormente pasaron a convertirse en alternativas audiovisuales de comunicación que incluyeron el debate sobre lo público y sobre el ejercicio principalmente de la ciudadanía (Canclini, 1995).
Otras perspectivas hablan de como con la llegada y endurecimiento de la guerra fría, se conduce a la crisis del orden internacional, que además de generar tensiones de carácter estructural para los estados en contienda, genera cambios en la manera de concebir la ciudadanía, pasando de ser descrita de modo unívoco y tradicional a considerarse en dos líneas de comprensión que además de ser antagónicas, parecen ser complementarias; estas son la ciudadanía integrada o global, que define al ciudadano como consumidor, vinculándolo directamente al aparato de producción y de mercado, y la ciudadanía marginal o protociudadanía, en la que se denota una segregación inminente al no pertenecer al aparato productivo, pero que al mismo tiempo posibilita la emergencia de nuevas resistencias y nuevas organizaciones para la reivindicación de derechos principalmente vulnerados por el mercado (Lavolpe, 2008).
Con todo y lo anterior, queda clara la relación existente de la ciudadanía con el Estado y con el sistema político convencional, el cual parece ser el único garante y legitimador de dicho reconocimiento. Si se presenta, por razones distintas, un resquebrajamiento de la estructura definida por el estado, perdiéndose su centralidad, su directividad jerárquica y su discurso político unificador, de manera directa entra a alterarse la noción de ciudadanía y cada uno de sus elementos constitutivos como son las prácticas individuales y colectivas. Esta tensión de la política institucional, obliga entonces a las personas a concebir de otra forma su rol ciudadano, redefiniéndolo, a partir del reclamo de la autonomía y del rechazo a las ideas e identidades políticas heredadas. Es así que, desde la emergencia de nuevas dinámicas políticas, se logran incorporar nuevos idearios, nuevas sensibilidades y nuevos propósitos, que incluyen posturas reflexivas críticas y propositivas respecto a los procesos y necesidades de los escenarios en los que se participa.
Es conveniente en este sentido reconocer que las dinámicas políticas no son necesariamente estáticas y que por el contrario, sus transformaciones y fisuras, contemplan nociones acordes al momento mismo del establecimiento, siendo la ciudadanía, para este efecto, una de las que claramente cambia y se redefine en una constate te tiempo. Con esto lo que se pretende es formular distinciones varias que dan cuenta del papel del ciudadano en distintas estructuras políticas y marcar aquellos desafíos que parecen establecerse en la emergencia social y política de los estados y las sociedades.
De acuerdo a esto, cabe referir el dilema respecto a la ciudadanía y su amalgama con el Estado, que parece en muchos casos establecer una relación instrumental, en la que la política se considera una dimensión ajena para las personas, siendo el sistema político, una construcción estructural, que se dirige y se reconoce es a partir de la solución que éste le dé a los problemas sociales particulares. De igual modo, esta formulación altamente concreta de la política pretende, no necesariamente la participación de las comunidades en decisiones, ni en determinaciones respecto a su bienestar, limitándose por el contrario a exigir una gestión eficiente al Estado, quien es instrumentalmente el único responsable del bienestar y el desarrollo.
Así como la versión instrumental, fundamenta todo un paradigma político, de algún modo, tradicional y centralizante, existen otras maneras de concebir el papel de los sujetos en la dimensión política, que pueden catalogarse incluso como emergencias propias de la crisis del Estado. Dentro de esta distinción emergente se pueden situar las denominadas ciudadanías políticas, las cuales se constituyen al margen de la “política institucionalizada”, con una propuesta alternativa que reconoce la acción colectiva como estrategia para el mejoramiento de las condiciones de vida, en la que incluso se reformula la institucionalidad misma a partir del capital social construido. Entiéndase en este caso, capital social como los rasgos propios de la organización social, como son la confianza, las prácticas de reciprocidad y las redes de cooperación cívica, todas estas necesarias para el fortalecimiento, el soporte y el mejoramiento de la acción colectiva (Putnam, 1996).
Al mismo tiempo ese movimiento que se reproduce al interior de las organizaciones y que gesta la emergencia de capital social y nuevas ciudadanías, tiene relación directa con las fortalezas del vínculo social, lo cual indica expresamente que el fortalecimiento de la ciudadanía pasa necesariamente por el fortalecimiento de la vida social, y que el vigor de la acción ciudadana, para restablecer y conducir horizontes de mejoramiento de las comunidades, es al mismo tiempo vitalidad para la sociedad que se transforma. Para esto resulta indispensable considerar el carácter de ciudadanía de manera activa, es decir estimarle la disposición para la organización en lo público, que parece haber sido doblegada por el sentido privado, propio del mercado y la individualización; con esto se insiste en lo indispensable de la participación en organizaciones sociales, asunto que además, permite adquiere mayor confianza interpersonal, así como mejor percepción de reciprocidad (Lechner, 1996).
Quizás todo esto permite considerar que la categoría ciudadanía se encuentra estrechamente relacionada con la cultura y sus propias transformaciones, con lo cual resulta indispensable para el análisis, establecer un nuevo vínculo, que pareciera hoy indisoluble, entre cultura y política. Este marco permite ampliar el espectro de lo político, al integrar la producción de nuevos significados y nuevas relaciones en proyectos emergentes, y le acuña a la sociedad civil un sinnúmero de virtudes democratizantes dentro de las cuales aparece el reconocimiento de su diversidad interna, y su contribución directa en la superación de la visión homogenizadora al Estado.
De lo anterior, comienza a establecerse un panorama político que integra las llamadas nuevas ciudadanías, originalmente formuladas por los movimientos sociales que al final de la década de los 70s, se organizaron en torno a demandas concretas como salud, educación, equipamientos urbanos, así como en respuesta a la discriminación y a la vulneración de derechos sexuales, raciales y étnicos. Estos procesos de resistencia colectiva pretenden promover la implementación de un proyecto de construcción democrática y de transformación social que integre las dimensiones política y cultural, incorporando nuevas características en las subjetividades sociales, así como nuevos tipos de derechos, ampliando con esto el escenario para ejercer la condición de ciudadanía desde la diferencia y la equidad (Dagnino, 2004).
Queda claro entonces, que la apuesta por una ciudadanía emergente, termina por superar el concepto liberal de ciudadanía establecida para el consumo y se distancia definitivamente de su relación con el Estado, enfatizando su constitución en el seno mismo de las sociedades, a partir del establecimiento de nuevas relaciones de reciprocidad y colaboración y nuevas reglas para la convivencia en todos los niveles (Dagnino, 2005). Con esto establece una política con naturaleza local pero con incidencia global que dispone una nueva ética activa, para la transformación social, que requiere del esfuerzo y la visibilidad de las ciudadanías y sus correspondientes acciones colectivas. (Dower, 2008).
ENTREGABLES
PRODUCTOLUGAR DE DIVULGACIÓNAUTORESBENEFICIARIOSDESCRIPCIÓN
Nuevo Conocimiento ó I+DRevista Indexada Diversitas Universidad Santo TomásGermán Andrés CortésComunidad AcadémicaArticulo producto del proceso
Apropiación Social del ConocimientoPolitécnico GrancolombianoGermán Andrés CortésComunidad AcadémicaDesarrollo de Conversatorio "Nuevas Ciudadanías"
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CRONOGRAMA
TIPO DESCRIPCIÓN F.INICIO F.FINAL
Actividad Documentación 10/ 02/ 2014 30/ 05/ 2014
Actividad Desarrollo metodológico Aplicación de entrevistas y cartografías 21/07 2014 8/ 08 /2014
Actividad Desarrollo Metodológico, análisis, discusión y conclusiones 11/08/ 2014 12/09 /2014
Entregable Artículo Revista Indexada Diversitas (Universidad Santo Tomás) 28/11/ 2014
Actividad Desarrollo del conversatorio sobre nuevas ciudadanías (Especialización en Psicología Social) 24/10 /2014
PEDIDO DE BIBLIOGRAFÍA
AUTOR TÍTULO EDITORIAL
ANEXOS